Rodrigo Aravena

Algo más que un ajuste en 2016

Creo que es importante preguntarnos, ¿qué ha ocurrido desde 2008 para justificar una caída del ahorro neto en casi 20 puntos del PIB?

Por: Rodrigo Aravena | Publicado: Lunes 29 de febrero de 2016 a las 04:00 hrs.
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El debate sobre la necesidad de realizar un ajuste en el gasto fiscal se ha intensificado significativamente. Es cierto: si aparentemente el nuevo escenario económico generará menores ingresos en el futuro, quizás debemos preguntarnos de qué manera se puede gastar menos. Sin embargo, veo con algo de preocupación el exceso de atención que han generado diversas estimaciones sobre el monto específico de ajuste, dejando fuera grandes aspectos que son tanto o más relevantes para lo que realmente importa: la consolidación de largo plazo y no el ahorro en un año específico.

Primero que todo, existe una inusual incertidumbre sobre los cambios en los parámetros estructurales de la economía chilena, lo cual levanta una serie de dudas sobre la persistencia, por ejemplo, en la caída en el precio el cobre y en el crecimiento del PIB. En otras palabras, creo que la gran pregunta es sobre la magnitud del componente cíclico respecto del estructural, ya que la respuesta de gasto sería totalmente distinta en cada uno de estos casos. No podemos olvidar que el esquema de política fiscal en Chile busca justamente mitigar los ciclos económicos, por lo que, ante una desaceleración cíclica, la reducción de gasto sería menor que ante una estructural. ¿Qué quiero decir con todo esto? Básicamente, que antes de realizar cualquier estimación sobre ahorros debemos realizar un diagnóstico sobre los eventuales cambios estructurales en Chile.

En segundo lugar, no se debe olvidar que lo más relevante es la evolución de la deuda fiscal neta (es decir, los ahorros totales menos la deuda), que al final del día es determinante sobre potenciales cambios en la clasificación soberana, los costos de acceso a los mercados financieros, etc. Recalco esto, porque no es correcto sacar conclusiones apresuradas sobre un potencial deterioro en la posición fiscal de Chile solo como consecuencia del aumento de la deuda bruta. En este sentido, es importante considerar que la posición fiscal actual (repito, actual) de Chile es muy sólida aun comparada con la de otros países con clasificación de riesgo similar. Sin embargo, una eventual persistencia de los déficits fiscales en los niveles actuales es un riesgo relevante, dado que incrementaría la deuda neta y comprometería necesidades financieras futuras.

Dado lo anterior, creo que junto con tener una discusión técnica sobre estos y otros elementos, tenemos la oportunidad de plantearnos algunas interrogantes y aprender del pasado. Entre ellas, creo que es importante preguntarnos, ¿Qué ha ocurrido desde 2008 para justificar una caída del ahorro neto en casi 20 puntos del PIB? ¿Qué se podría fortalecer en el actual esquema de política fiscal con el fin de minimizar desviaciones permanentes entre balance estructural y efectivo? Y quizás la discusión más de fondo, ¿hacia dónde debiese converger el balance estructural en el largo plazo? ¿Chile realmente necesita un balance?

Hay algunos elementos que podrían conducir esta discusión. Uno de ellos es que el déficit estructural es un excelente indicador para guiar las decisiones de política fiscal, especialmente en un país tan abierto y dependiente de los commodities como Chile. Sin embargo, la volatilidad inherente a los parámetros que determinan nuestros ingresos estructurales puede inducir a una persistencia mayor de los déficits fiscales y, por ende, a aumentos indeseados de la deuda neta. A raíz de lo anterior, creo que se debiera evaluar un fortalecimiento -e incluso modificaciones en el marco fiscaldonde la evolución de los déficits efectivos sea explícitamente más considerado en las decisiones de gasto (sin abandonar el estructural, por supuesto). Más allá de cambios metodológicos, no olvidemos que la trayectoria del déficit efectivo es, al final del día, tan relevante que la del déficit estructural.

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